Mujer

Día Internacional de la Mujer: vidas visibles

Siempre he pensado que si un día escribiera un libro, sería una historia de abuelas, de las mías en particular y de las de todos en general.

No sólo porque de mis abuelos aprendí a contar historias, también porque me intriga el mundo en el que vivieron. Una sociedad y una forma de vivir tan alejada de la nuestra que sabe a una mezcla de libros de historia y de ficción.

De libros va hoy el post.

Creo que todo eso tenía en la cabeza Martha Batalha cuando escribió su libro “La historia invisible de Eurídice Gusmão”, una historia fascinante de dos hermanas brasileñas que bien podrían ser nuestras abuelas.

Eurídice y su hermana Guida toman decisiones distintas sobre cómo conducir sus vidas pero que les abocan en ambos casos a la infelicidad.

Siempre que llega el Día Internacional de la Mujer enumeramos todas la lista infinita de derechos teóricos que no se consuman en la práctica, del salto que nos separa de los hombres en distintos ámbitos, el laboral, el familiar, el social…

Los datos son efectivamente desalentadores.

Pero después de leer el libro que encarecidamente os recomiendo de esta escritora maravillosa, quiero positivar mi y vuestra situación.

Nosotras no somos mujeres de vidas invisibles. No tenemos por qué.

Podemos estudiar.

Podemos rebelarnos.

Podemos estar solteras.

Podemos trabajar.

Podemos compartir nuestra vida con hombres en igualdad.

Podemos protestar.

Podemos ser madres solas.

Podemos disfrutar.

Podemos casarnos con otra mujer.

Podemos no ser madres.

Podemos soñar.

Podemos defendernos.

Podemos cuestionar nuestras propias vidas.

Podemos hablar.

Podemos luchar por nuestros sueños.

Podemos viajar.

Podemos emprender.

Podemos decidir.

Podemos.

Nosotras podemos y de empoderarnos surgirán nuevos retos que consigamos llevar a cabo.

Pero sobre todo podemos ser nosotras.

Las mujeres del libro no pueden. Ni  decir lo que piensan ni tampoco hacer lo que quieren. La sociedad en la que viven no se lo permite. Ellas mismas no se lo permiten.

En cambio nosotras podemos y debemos perseguir nuestra felicidad, siendo consecuentes con nosotras mismas y hacerlo de forma visible.

No se me ocurre hoy, 8 de marzo del 2017, mayor acto de rebeldía.

La vitro de Bertín

Estoy de la vitro-cerámica de Bertín Osborne hasta la marañuela.

Hasta la mismísima peineta.

Harta de ver cada semana cómo hombres de diversa edad, profesión y condición, se ponen delante de una cámara de televisión, haciendo el ridículo delante de un fogón.

Y ya no hablo del bochorno de ver que un adulto es incapaz de freír unas patatas, cortar un ajo o pochar una cebolla. Cualquier evidencia de nociones mínimas de la cocina de supervivencia.

No.

Voy más allá.

Hablo del espectáculo esperpéntico y lamentable de que se rían de no saber ni dónde esta una sartén en su casa, lancen chascarrillos sobre lo divertido que es no saber pelar una patata y les haga mucha gracia tener miedo de freír un huevo frito.

Presumir con orgullo de no saber encender la vitro de tu casa.

¿Es tan gracioso? ¿De verdad?

¿Dónde? ¿Cuándo? Seguramente en una película de los años setenta con López Vázquez y Alfredo Landa actuando como patéticos Rodríguez del tres al cuarto, haciendo el ridículo ante suecas en biquini.

Pero de eso, ya han pasado 40 años.

Algunos de los que hacen el mamarracho con Bertín Osborne, ni siquiera habían nacido entonces.

Cuando el que se pone delante de los fogones o en esas situaciones en dónde demuestran el nulo dominio de la intendencia doméstica es un político, se me ponen los pelos como escarpias.

¿Cómo cualquiera de esos peripatéticos van a defender y poner en marcha políticas de igualdad cuando en su propia casa son incapaces de freírse un huevo y se sienten orgullosos de ello?

¿Cómo, en lugar de enterrarlo entre sus vergüenzas y esconderlo en su más privada intimidad, tienen la desfachatez de mostrarlo en público, vanagloriándose con bromas estúpidas que no tienen ninguna gracia?

¿Cómo?

JAMAS.

NUNCA.

EN LA VIDA.

PREFIERO CORTARME UN BRAZO ANTES DE VOTAR A UN MACHISTA IGNORANTE PARA QUE ME REPRESENTE.

Lo peor es cuando hablan de sus mujeres: “las mujeres son las más sacrificadas, las más capaces, lo mejor del mundo y lo más bonito de la tierra”.

“Mi mujer es todo”

Intuyo que para ellos, sus mujeres no son sólo sus amigas, amantes y compañeras de vida.

Cuando dicen “todo” sospecho se refieren también a que son sus cocineras, administradoras, planchadoras, secretarias personales y las que les escogen las camisas que se ponen cada mañana.

Ahorraos la palabrería absurda por favor.

No hay insulto mayor que alguien que te desprecia con sus actos y comportamientos, para luego ensalzarte con sus palabras.

¡Qué humillación! ¿Me tomas por idiota? ¿Te estás riendo de mí?

“Obras son amores y no buenas razones”, es uno de los refranes favoritos de mi madre.

Déjate de palabrerías y ponte a fregar un poquito más, a cocinar y a planchar.

Demuestra con tus actos todo el amor y respeto que dices tener a las mujeres con tus palabras.

Claro que eso no es lo que más me ofende.

Lo peor es cuando entran en escena sus mujeres a reírles las gracias, a presumir de que su marido nunca haya fregado un plato en su vida y que no sepan ni encender la vitro.

Humillante.

Una imagen patética y trasnochada de nuestro país puesta en relevancia desde un plató de televisión, por mucho que sea la casa y la cocina de alguien.

Yo reconozco que tengo un serio problema cuando hablamos de que las mujeres pueden elegir libremente trabajar fuera de casa o sólo dentro de ella.

No entiendo cómo si esa fuera una elección real, que nace de la libertad, SOLO las mujeres la eligen.

¿Cuántos hombres optan por ser “amos de casa” en lugar de ejercer fuera su profesión? ¿Cuántos deciden dejar su trabajo por quedarse en casa cuidando de sus hijos?

Para mí, esa será una elección libre de las mujeres cuando también lo sea de los hombres.

Hasta entonces, bajo mi punto de vista, es una elección basada en modelos culturales del pasado.

Pero en este caso no hablamos de hombres que trabajan fuera de casa versus mujeres que trabajan dentro.

Hablamos de comportamientos y actitudes inexcusables:

Que un hombre trabaje fuera de casa ni le exime de hacer tareas básicas del hogar y mucho menos justifica que le parezca gracioso ser un machista.

Que una mujer “sólo” trabaje dentro de casa no explica que se convierta en la esclava de su marido y mucho menos le ría las gracias a los comportamientos de cromañón.

A pesar de todos estos comentarios, o precisamente por ellos, el programa me encanta.

Me gusta descubrir cómo es la gente “pública” de verdad y sobre todo nuestros políticos. Si les pusiéramos una cámara tan sólo 24 horas de uno de sus días, nos podríamos ahorrar seguramente la aburrida y costosísima campaña electoral.

Me pregunto quién de ellos pasaría la prueba del algodón.

Por no hablaros de sus gabinetes de comunicación. Si yo fuera la responsable de comunicación de cualquiera de estos kamikazes, antes me hago el harakiri que dejarles ir a un plató de televisión a demostrar tamaña estulticia pública.

Pero me gusta por, sobre todo, una razón más.

Cada vez leo más frecuentemente que el feminismo no tiene sentido en nuestros días y que la igualdad ya es una realidad en la que casi todos vivimos.

Hace falta simplemente un programa como el de Bertín para darnos cuenta de que no es así.

No sólo por las bromas y chascarrillos en casa de los anfitriones presumiendo de machismo e ineptitud.

Sino porque estoy segura, en casa de muchos telespectadores, se ríe la gracia esperpéntica de ver a un hombre presumir de no saber encender una vitro-cerámica.

Más aún , no será un obstáculo para depositar una papeleta en la urna electoral con el nombre del susodicho.

Demostrando todo ello, lo lejos que estamos no solo de la igualdad, sino de acercarnos siquiera al buen camino.

Afortunadamente Bertín, mi casa no es la tuya y espero que nunca se le parezca.

A las mujeres que no son madres…

Ya. Ya sé que es el día de la madre y el título del post parece no cuadrar con el día de celebración. Bueno, celebración en España porque cada país para esto es bastante independiente. Como consecuencia, yo felicito a mi madre y a mi padre un día, mi +1 en días distintos y luego están los ingleses que te preguntan en su día “¿Ya has felicitado a tu madre / padre?” y tú: “No, en España son días distintos” y ellos: “Ya, pero tú vives aquí…”

En fin, un día hablaré con calma de la mentalidad de los que venimos de países que han sido imperio en algún momento de su historia. En eso, los ingleses y los españoles nos parecemos mucho.

El caso es que el título de este post no se corresponde con el día de celebración, el día de todas las mujeres que son mamá.

Veréis, el post nace de una reflexión después de una experiencia que tuve en el trabajo.

Discutía con un grupo de colegas (con los que no había coincidido previamente) en un workshop sobre los suplementos para las mujeres embarazadas.

Llegó la pausa del café y una de ellas continuó charlando conmigo:

-Recuerdo cuando estaba embarazada, tenía que dejar los suplementos al lado del cepillo de dientes, sino, me los olvidaba siempre. ¿Y tú? ¿Tienes hijos?

-No, no tengo.- dije yo.

-Claro, lo entiendo, tienes otras prioridades y…

Yo no daba crédito.

-Bueno, la verdad es que…

-No, no, si no te tienes que justificar. Yo entiendo que hay mujeres que sacrifican la maternidad por pasárselo bien o por la carrera y…

“¿Qué está pasando aquí?” no dejaba de pensar…

-A ver, no es eso, es que…

-Tranquila.- me decía mientras me guiñaba un ojo.- yo no soy de esas que piensan que una mujer es egoísta por anteponer su trabajo a los hijos.

Me sentía tan agredida y violentada a la vez que no sabía ni como contestar.

-No, si yo no…

-Ah, ¿Qué no eres tú? ¿Qué es tu marido el que no quiere? No te preocupes mujer, seguro que al final le convences…- y me volvió a guiñar un ojo mientras se servía el café.-… ¡ya sabes cómo son estos hombres! Algunos piensan que tienen 15 años toda la vida, solo piensan en salir a divertirse, en estar por ahí tomando cervezas de pub en pub y no quieren complicarse la vida con los críos. Algunos no entienden que para nosotras es importante. Sin ir más lejos yo tuve que engañar a mi marido con…

No pude.

Ya sé que es de muy mala educación dejar a alguien con la palabra en la boca pero os prometo que yo no controlaba mi cuerpo. Como si estuviera hipnotizada, cogí mi café y me alejé de aquella mujer absurda.

Y la verdad, creo que es un mecanismo que he desarrollado con la edad. Desaparecer y callarme a riesgo de quedar mal.

En otro momento de mi vida hubiera prendido fuego a aquella cacatúa de metro ochenta como a una insignificante cerilla, simplemente con las llamaradas que salieran de mi boca y hubiera dejado atrás un reguero de cadáveres y destrucción.

Si una mujer de mi edad no tiene hijos solo puede deberse a dos razones: Que no pueda o que no quiera.

En cualquiera de los dos casos, ¡A TI QUE TE IMPORTA!

¡Qué le importa a los demás las razones por las que no tienes un hijo!

¿Acaso te has parado a pensar qué puede sentir una mujer que ha sufrido 10 abortos? ¿En algún momento puedes ponerte en el lugar de alguien que de repente a los 28 sufre una menopausia precoz y el médico le anuncia que ya no podrá ser madre nunca, que ya es demasiado tarde? ¿Sabes que una mujer con un cáncer pensará en un montón de cosas entre las cuales que quizá esa maldita enfermedad le aleje de ser biológicamente madre para siempre? ¿Entiendes el dolorosísimo proceso emocional que supone someterte a inseminaciones artificiales, a fecundaciones in vitro, para descubrir mes tras mes, que vuelves a tener el periodo y que tus ilusiones se convierten en desesperación?

¿Puede alguien que esté sufriendo, y sí, digo bien, sufriendo, por querer ser madre y no poder, cualquiera de esas y otras circunstancias, aguantar los comentarios estúpidos, recurrentes y fuera de lugar de perfectos desconocidos que agreden sin misericordia?

Ya sé que este no es un problema exclusivo de las mujeres. Son muchos los hombres que tienen problemas reproductivos también y en cualquier caso, venga de donde venga el obstáculo, si los hijos se deciden tener en pareja los dos sufren por igual esta imposibilidad y tienen que aguantar las tonterías de “a ver cuándo os animáis al tema, que se os hace tarde parejita” del gilipollas de turno.

Pero quiero hablar de las mujeres, es de lo que hablo porque es lo que soy y porque nos sometemos a un juicio social diferente.

Esta, es otra situación real que me ha pasado a mí: una comida familiar, con uno de esos parientes lejanos con los que no compartes ni apellido que te suelta en medio de la mesa: “¿Y tú? ¿Cuándo piensas tener hijos? ¿No va siendo hora ya de que sientes la cabeza?”

Eso es una mujer sin hijos para muchos. Una mujer sin cabeza.

Estaba rodeada de otros miembros de mi familia de mi misma edad y sin hijos. Pero son varones y eso les excluye de todo comentario.

A los hombres parece que nunca se les hará tarde para tener un hijo, gran error e ignorancia, pero es la percepción que se tiene y así para otros temas también.

Por ejemplo, los hombres no son solterones, no. Son solteros de oro que saben disfrutar de la vida sin compromisos. «¡Qué bien te lo montas, tío!»

Y ya no hablo simplemente de comentarios que puedan decirse en el bar de la esquina o en una comida familiar. Os reto a que leáis una revista, un programa en la tele o incluso algún periódico “serio” donde se hable de sociedad y no se diga de una mujer que ha tenido varios novios: “fulanita, la que no tiene suerte en el amor”. En cambio “fulanito, oh, el que tiene una nueva conquista”.

Estoy pensando en concreto en una pareja de triunfitos que conocimos a la vez y que eran novios, que habrán tenido exactamente el mismo número de parejas sentimentales cada uno desde entonces. Raro es que a ella no se le haya preguntado desde entonces en medio de una promoción de discos “si no quiere ser madre” y “por qué no tiene suerte en el amor”. Nadie habla de que él tenga mucho carácter (¿No sabía que eso fuera malo?) o de que “sea difícil”… ¿Por qué sí se hace en el caso de una mujer?

Los hombres no viven con el constante comentario social de “se te está pasando el arroz”, “te estás haciendo mayor” para tener un hijo.

Las mujeres sí.

Muchas gracias por recordármelo. En serio, no sabía que mi edad reproductiva tenía un límite. Tendrían que darte el Nobel de biología este año por tamaña aportación a la humanidad.

Pasemos a la segunda situación: unido a las mujeres que no pueden tener hijos, están las que sí querrían pero no tienen una pareja ¿Qué hacer entonces? ¿Te congelas los óvulos? ¿Asumes una maternidad en solitario aunque no sea lo que quieres? ¿Sigues esperando a riesgo de que cuando encuentres una pareja sea biológicamente demasiado tarde?

Tengo muchas amigas en esta circunstancia y la presión que sienten es enorme, como si cualquier decision que tomaran en este momento de sus vidas pudiera ser la transcendentalmente equivocada.

Y de aquí pasamos ya al último caso, no la de quien queriendo no puede o no quiere hacerlo en sus circunstancias actuales.

Es doloroso e incómodo aguantar las preguntas insidiosas y cansinas, pero la sociedad comprende que alguien aunque quiera, no pueda tener hijos. Pero ¡Ay de aquella que no quiera! !Pudiendo! eso, eso ya es otro cantar… Eso, eso es imperdonable. ¿Qué tipo de mujer desnaturalizada e inmadura puede no querer un hijo, especialmente si tiene una pareja?

Si una mujer es joven y se muestra indecisa sobre su deseo de ser madre, tiene que escuchar observaciones tipo:

-Eres demasiado joven para saber lo que dices… ya cambiarás de idea.

-Cuando encuentres una pareja con la que encajes… ya cambiarás de idea.

-Tendrás un trabajo mejor y cuando ganes más dinero, entonces…. cambiarás de idea.

-No pienses tanto ni planees, simplemente…. cambia de idea.

¿Y qué pasa si una mujer no quiere cambiar, si es una decisión meditada y tomada?

A medida que te haces mayor, los comentarios al respecto suelen recrudecerse:

-Una mujer no está completa hasta que no tiene un hijo.

-¿Y si te arrepientes cuando es demasiado tarde?

-¿Cómo no vas a tener sentimientos maternales? ¡Eso es lo natural en una mujer!

-No tener responsabilidades en la vida está bien, pero hay que madurar.

-Las mujeres que no quieren hijos no saben lo que es el sacrificio. Sacrificio es amor.

-Los hijos le dan un significado a la vida.

-¿Y si tus padres hubieran decidido lo mismo que tú, no tenerte?

-Las mujeres que no tienen hijos son unas egoístas que solo piensan en sí mismas.

-¿Quién te cuidará cuando seas mayor?

Sea cual sea la razón del por qué una mujer no tenga un hijo, porque no pueda, porque no sea su momento o porque simplemente no quiera, sigo sin entender cómo se puede interpelar a alguien en una cuestión tan íntima y peliaguda como la maternidad.

Y más aún, cómo se atreve nadie a dar su opinión al respecto de la vida de otro, tantas veces incluso desconociendo sus circunstancias o sentimientos en profundidad.

Los que no tenemos hijos podríamos también dar nuestra opinión sobre la gente que sí los tiene y yo no veo que nadie vaya haciéndolo.

¿Acaso les cuestiono yo su maternidad, les pregunto por qué lo han hecho?

¡Yo también tengo una opinión! Por supuesto que podría hacer comentarios sobre el peligro de que gente con un intelecto tan reducido y tan amplios prejuicios se reproduzcan y pueblen el planeta tierra de pequeños monstruos sin inteligencia emocional ni capacidad para relacionarse con el otro. Obvio que no pienso que sea una buena idea tener un hijo con un tío que se pasa la vida de pub en pub con sus amigos sin hacer ni caso a su mujer. Y por supuesto que también puedo hacer juicios de valor sobre una mujer que se queda embarazada de un hombre con engaños, o parejas que tienen hijos para intentar solucionar relaciones que no funcionan, para no sentirse solos, para tener algo con que llenar el tiempo, para vivir otra vida gracias a la vida de otro ser humano, gente sin recursos ni económicos ni emocionales que ni siquiera planean tener un hijo sino que llegan a sus vidas por casualidad… y así un largo etcétera.

Por supuesto que creo que muchos deberían abstenerse de traer hijos a este mundo…

¿Y TE LO DIGO YO EN TU CARA? ¡Tengo el juicio de callarme la boca cuando nadie me ha pedido mi opinión!

Incluso cuando me agreden y me violentan tanto como mi mema compañera, decido dejarlo pasar.

Parece, a estas alturas del siglo XXI, que tuviéramos todavía que aclararles a muchos que madre y mujer no son sinónimos, no son dos acepciones de una misma palabra.

Solo porque la maternidad sea lo que esperamos por tradición de una mujer no quiere decir que todas debamos serlo y que de no hacerlo, tengamos que estar acompañadas de un estigma y obligadas a dar explicaciones de por vida.

Sí, las mujeres tenemos útero y ovarios. Pero no por tener todos una garganta ya somos Adele.

Habrá mujeres que no sientan la llamada de la maternidad, sin más.

Cuando me pasan todas estas experiencias negativas en el fondo me siento una afortunada.

Tengo unos padres que a pesar de sus propios sentimientos u opiniones sobre lo que les gustaría para mí, tienen la prudencia de reservárselos y dejarme vivir mi vida.

Tengo un compañero que me apoya en cada una de mis decisiones y opiniones, aun cuando no esté de acuerdo.

Tengo amigas que tienen niños maravillosos y son madres estupendas, amorosas y felices, pero que no recubren la maternidad de un algodón de azúcar insoportablemente irreal donde el dolor, el sacrificio y los problemas son sinónimo de amor, sino una consecuencia inevitable. Que son capaces de verbalizar que “a veces esto me supera”, “tengo miedos que antes no tenía”, “llevo mal olvidarme tanto de mí”.

Tengo amigas con las que hablo de congelación de óvulos, de adopciones, de tratamientos in vitro, de inyecciones de hormonas, de clínicas de fertilidad, de maternidad en solitario, de relojes biológicos.

Y tengo amigas con las que no hablo en absoluto de maternidad, porque es algo que no les interesa o han decidido que no es para ellas.

Estoy rodeada de amor, de respeto y de vida. Y me siento afortunada porque aunque debería ser lo normal soy consciente de que muchas mujeres viven situaciones mucho más hostiles que la mía y no tienen el colchón sentimental del que yo dispongo para amortiguar las insolencias y las impertinencias que a veces llegan cuando menos te lo esperas.

Como habéis podido comprobar durante el relato de este post, no he explicado por qué no tengo un hijo todavía, si alguna vez los he querido tener o de si lo tendré.

Este post no va de eso. Ni siquiera del respeto.

El respeto, esa coletilla que tantos hipócritas acompañan el final de sus comentarios más insidiosos solamente porque no tienen el valor de quedar mal ante los demás.

“Estas profundamente equivocada por no ser madre y tienes que cambiar de idea… pero yo te respeto.”

Cuando añades “respeto” a un juicio de valor donde desdeñas la opinión de los demás a eso le llamamos hipocresía (RAE: Fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan.)

No respetas a una mujer si tu comportamiento, tus ideas u opiniones son machistas.

Ni a un extranjero, si son xenófobas.

Ni a una persona de una raza distinta a la tuya, si son racistas.

Ni a alguien homosexual, si son homófobas.

Y así un largo sin fin.

La hipocresía del escudarte en el manido y prostituido “respeto”.

No.

Este post no va de por qué yo no tengo un hijo, ni esa, ni aquella mujer.

Tampoco de pretender que los necios, sin inteligencia emocional alguna ni cultura ni mundo, a estas alturas entiendan y respeten las decisiones de los demás. Demasiado tarde para eso.

Este ha sido un largo, muy largo post, para repetir gritando al mundo, con más sentido que nunca en el día de la madre, como respuesta a aquellos mequetrefes que se dedican a preguntar a todas las mujeres del mundo que por qué no tenemos un hijo, lo que un hombre, que desde luego no pasará a la historia por su gran sabiduría ni capacidad intelectual, en un acto de desorbitada lucidez resumió en una sola y contundente frase:

 

 

 

 

 

Presentation2

Aïcha, el día después del Día Internacional de la Mujer…

Como os conté la semana pasada estoy siguiendo el experimento de vivir 8 semanas de mi vida sin azúcar (POST).

Uno de los cambios necesarios que hay que introducir es la forma de comprar, al menos las primeras semanas. Te pasas una cantidad de tiempo nada desdeñable en el mercado, leyendo con calma todas las etiquetas, comprobando los ingredientes inesperados en todos los productos y comparando marcas.

En eso estaba, enfrente de la estantería de los cereales.

Mientras leía un paquete muy prometedor “no azúcar añadido, no preservantes” un bulto negro cogió el mismo paquete de la estantería y se puso leer a mi lado la etiqueta.

Miré de reojo para comprobar que era una chica bajita vistiendo un niqāb.

Para los que no sepáis lo que es, es uno de los tantos velos que utilizan las mujeres musulmanas. Y digo tantos velos porque en Londres aprendes a distinguirlos y puedes encontrarte en la calle con mujeres vistiendo cualquiera de ellos.

“Di a los creyentes que bajen sus miradas y sean castos. Esto es lo más conveniente para ellos. Dios está bien informado de lo que hacen. Di a las creyentes que bajen sus miradas y sean castas, y que no muestren de sus adornos más que lo que se ve. ¡Que cubran su pecho con sus velos! […]”

(Corán, 24, 31-32).

La palabra utilizada en el árabe original, que aquí se traduce por velos, es en realidad ŷalābīb, es decir, chilabas o túnicas.

No se refiere ni a la prenda que cubre la cabeza o la cara ni a la necesidad de que las mujeres lo hagan, sino a que se cubran el pecho con las túnicas, vestimenta propia de hombres y mujeres en climas desérticos por otra parte. Y que ambos, hombres y mujeres, se vistan y se comporten de manera recatada en determinados ámbitos, que por otra parte es una recomendación que se hace en todas las religiones a todos sus practicantes ya sean cristianos, judíos, hindúes…

Sea como fuere la realidad es que a partir de las escrituras del Corán y su interpretación, algunas mujeres decidieron cubrir su cabeza con un velo para distinguirse de las que profesaban otra religión. Para ser honestos, no sé si es una recomendación que hacen los Imanes, si son las mujeres a decidir a decidirlo así o quién. Cuando viví con una chica hace unos años (historia que merece ser contada aparte) su hermana se cubrió con el velo después de prometerse a petición de su marido.

Lo que sí sé es que cuando camino desde la estación de Paddington cruzando Edware Road, uno de los barrios con más presencia de musulmanes en Londres, los creyentes no bajan la vista ni son nada castos como recomienda el profeta. Me miran como si me quisieran comer viva. Y miran así a todas las mujeres descubiertas que pasan a su lado, directamente, y les hablan, con descaro y sin ningún respeto. Pero ellos son hombres. Y yo no llevo velo.

Me pregunto si las mujeres que deciden no cubrirse y que viven en países donde la mayoría de mujeres llevan velo se sienten así, de intimidadas, de acosadas, de irrespetadas. ¿No os preguntaríais muchos días si merece la pena pagar tan alto precio por la libertad de elegir?

El más conocido es el hiyab, término que hace referencia a las normas que regulan la vestimenta de las mujeres en la tradición islámica aunque en sentido más restringido se emplea para designar lo que en occidente conocemos como velo islámico, el pañuelo que sirve para cubrir (más o menos dependiendo del país y la tradición) la cabeza y el cuello.

Hiyab etimológicamente procede de ḥaŷaba, que significa “ocultar a la vista” o incluso “separar”. También ha dado lugar a palabras como “cortina” o “pantalla”. Curioso ¿verdad?

Es sin duda el velo más común y difiere dependiendo de los países. En el tejido, en los colores y sobre todo en extensión.

Las pakistanís por ejemplo usan pañuelos de gasa de colores vistosos, dejando una parte del pelo al descubierto. ¿Sabéis quién es Malala, la joven que defiende el derecho a la educación de las niñas?

Con este pañuelo recogió su Premio Nobel de la paz.

malala

En Marruecos en cambio los pañuelos que se utilizan son más tupidos, casi un paño y de colores más discretos. Creo que es el que más acostumbrados estamos a ver en España por la cercanía con el Magreb. Suelen cubrir por entero el pelo y el cuello de la mujer. (A veces incluso llevan el litam que es un pañuelo añadido para taparse la boca.)

Muchas marroquíes usan en cambio la amira que esta compuesta de dos piezas: una gorra ajustada a la cabeza que cubre el pelo y otra un velo que cubre también el cuello de la mujer. Puede ser adornado con broches y otra decoración.

0013126644

Aunque en concreto los que lleva Fátima la protagonista de “el Príncipe” se parece más a los pakistaníes que lleva Malala. ¡Esta mujer es de una belleza desbordante!

agenta-sigue-amando-perdona_MDSIMA20150414_0211_1

El shayla es un velo largo y rectangular que se usa para envolver la cabeza y se fija en los hombros. Es usado por las mujeres del golfo Pérsico y normalmente son de colores distintos o estampados y de gasa. Las mujeres con shayla llevan el pelo totalmente cubiertos.

0013126634

El chador es más propio de Irán e Irak y es un manto negro que cubre de la cabeza a los pies, dejando libre la cara y las manos de las mujeres.

0013126661

El burka es también un manto de distintos colores (aunque el que se suele ver en Londres es de color negro) pero que cubre a la mujer de arriba abajo ocultando totalmente el rostro. Solo pueden ver con dificultad por una rejilla en la zona de los ojos. Era originariamente usado por las tribus pashtún en Afganistán pero el grupo extremista talibán impuso su uso obligatorio con el régimen.

0013126622

El que más me ha impactado siempre, además de el burka, es el burka del desierto o Batoola, que es una máscara de metal (aunque en origen estaban hechas con cuero de animales) que se ponen las mujeres en la cara para cubrirse totalmente y que van acompañadas de un manto negro que les cubre el resto del cuerpo. Es originaria de los desiertos del Golfo arábigo y servía (a hombres y mujeres) en un principio para protegerse del sol y las tormentas de arena, aunque aquello derivó en una máscara para distinguir a las mujeres casadas de las solteras (bien preciado entre la comunidad… y sí, me refiero a propiedad)

Aunque según lo que he leído lo usan las mujeres mayores de los desiertos del Golfo, en Londres se pueden ver a mujeres relativamente jóvenes (aunque solo se puede suponer por la apariencia de los maridos) cubriéndose la cara totalmente (las de la foto son más pequeñas que las que generalmente se ven por Londres) con una máscara parecida a una careta de metal.

slide_12919_175067_free

La chica a mi lado llevaba un niqāb que  es igual que el burka pero dejando al descubierto la zona de los ojos, en su caso unos hermosos ojos oscuros de tupidas pestañas y forma almendrada. Este es el velo típico de las saudíes.

0013126693

-Este no esta tan mal, no tiene ningún azúcar añadido.- me dijo.

A pesar de que su voz la delataba como alguien muy joven, un niño de unos cinco años daba saltos alrededor de ella.

Le dijo algo en árabe con una voz suave y dulce y el niño se quedó finalmente quieto al lado de su madre.

-Estoy intentando reducir el azúcar que comemos, sobre todo por el niño. Cuando se pasa con el azúcar le da una subida de energía que no sé cómo pararlo, ¿Eh, Ahmed?- y se dirigió hacia al niño.

El niño me miró y sonrió. Tenía una cara de pillo de los que probablemente sin azúcar es muy capaz de meterse en mil aventuras.

-Sí, yo estoy siguiendo un programa para eliminar por completo el azúcar de mi dieta. No es tan simple.

-No, no lo es. Sobre todo con los desayunos. Los cereales están llenos de azúcar y no es fácil encontrar unos que le gusten al niño. Estos no tienen azúcar añadido por lo menos.

No poder ver el resto de su rostro ni intuir su cuerpo convertía a estos ojos en dos potentes armas de comunicación.

A pesar de que el niqāb es un velo saudí la mujer tenía un indudable acento inglés.

-Es verdad, pero tienen uvas pasas y tampoco quiero comerlas.

-¿Tampoco puedes?

-No, los alimentos con demasiado azúcar, aunque sea natural, como las frutas secas o la miel, prefiero evitarlos.

El reponedor que colocaba paquetes en la estantería de enfrente nos interrumpió:

-Nos acaban de llegar unos nuevos cereales en la sección de orgánicos, en el siguiente pasillo.

Las dos nos dirigimos allí seguidas por Ahmed. Enseguida vimos los cereales que tenían un gran cartel de “novedad” en rojo. Yo cogí un paquete y ella alargó sus manos cubiertas para coger el otro paquete.

Es normal que las mujeres que visten niqāb lleven sus manos cubiertas también con guantes negros.

Las dos leímos en silencio los ingredientes.

-Pues sí, no está mal, no lleva nada extra salvo dátiles que son lo suficientemente grandes como para quitarlos uno a uno sin problemas. Además no tendré la tentación de comérmelos porque no me gustan.- le dije sonriendo.

-Si, a mí tampoco me gustan.- me dijo. Sospeché por el tono de su voz que me estaba devolviendo la sonrisa.

-Además tienen un precio aceptable. Ahora que estoy intentando comer mejor y escoger más los productos que como, muchos de la sección orgánica, tienen unos precios realmente prohibitivos. Muy exagerados. Cuando descubro algo que está bien de precio y encima tiene calidad, no me puedo poner más contenta. Ya si esta bueno de sabor es como si me tocara la lotería.

-¡Lo sé! Todo cuesta tan caro que comer se ha convertido en un lujo en este país. Y encima yo tengo a este señorito que empieza a tener su opinión y todo son problemas. Es muy escogido para comer… o mejor dicho ¡solo le gustan las guarrerías! Si le saco del pollo con patatas y los yogures de chocolate tenemos cena asegurada de protestas y caras largas.

Ahmed me devolvió una sonrisa pícara.

-¿Sabes qué? Me voy a llevar unos para mí y otros para mi madre. Cada vez que voy a su casa y le abro el armario de la despensa me pongo de mala leche. No se conciencian de que ya no tienen edad de comer lo que quieran y que tienen que cuidar más su peso.

-Si yo pudiera, también se los llevaría a mi madre, créeme… pero vive muy lejos como para llevarle la compra.

-¿No vive en UK?

-No, yo soy española, mis padres siguen viviendo allí.

-¡Qué bonito España! Estuvimos hace dos veranos en Málaga de vacaciones y visitamos Granada y Sevilla.

-Si, el sur es muy bonito. La Alhambra es espectacular.

-¡Sí que lo es! Hacia demasiado calor para el pequeño pero volveremos seguramente el año que viene. Me gustaría llevarme a mis padres y que ellos también lo vieran. ¿Tú echas de menos a los tuyos? ¡Yo no podría vivir lejos de los míos!

-Sí, yo echo mucho de menos a los míos.

Ahmed se descolgaba de la túnica de su madre, aburrido.

-Me tengo que ir.- me dijo.- It was very nice to meet you.

-Nice to meet you too.- le dije.

La vi alejarse entre las estanterías con el niño correteándole alrededor.

Era la primera vez que miraba directamente a los ojos a alguien con un niqāb. Por no incomodar, para no incomodarme yo tampoco probablemente. La primera vez que hablaba con una mujer cubierta así.

¿Con que soñará la mujer del niqāb?

¿Cuáles serán sus miedos, sus preocupaciones?

¿Qué le hará feliz al final del día?

¿Qué será para ella la libertad, el amor?

Ayer, fue el Día Internacional de la Mujer. Y ayer pensaba, como cada año, en cuánto nos queda por hacer, cuántas batallas tenemos que luchar todavía, cada día, porque sea posible la igualdad.

No puedo evitar cuando pienso en estas cosas en proyectarme en mujeres como yo. En cambio existen otras mujeres, más cerca de nosotras de lo que pensamos que viven en otros mundos, conviviendo con el nuestro.

¿Conocéis la canción “Aïcha”?

La compuso el cantautor francés (y judío) Jean-Jacques Goldman para el cantante argelino (y musulmán) Khaled.

A pesar de que su música estaba vetada en Algeria, Khaled se convirtió en un ídolo durante la dictadura socialista. Cuando esta terminó, la presión islamista aumentó aún más en el país y ante el temor de ser asesinado como otros músicos, se exilió a Francia, donde mezcló su sonido tan personal con jazz y pop. En 1996, publicó su disco “Sahra” y su sencillo de lanzamiento “Aïcha”, dió la vuelta a Europa, siendo número 1 en Francia.

Han pasado 20 años pero el mensaje de esta canción sigue siendo actualísimo, como la cover de Alaa Wardi, este saudita que se acompaña de beatboxing en sus canciones.

Es una reivindicación de la libertad de la mujer musulmana dentro de la sociedad, pero podría ser la de cualquiera de nosotras.

¿Acaso no es lo que queremos todas, tener los mismos derechos, respeto cada día, libertad, amor?

Comme si je n’existais pas Como si yo no existiera,
 Elle est passée à côté de moi Ella pasó a mi lado
Sans un regard, reine de Saba Sin una mirada, la reina de ‘Saba’,
J’ai dit : Aïcha, prends, tout est pour toi le dije: Aïcha, cógelo, todo es para ti
Voici les perles, les bijoux Todas las perlas, las joyas,
Aussi l’or autour de ton cou También el oro alrededor de tu cuello
Les fruits bien mûrs au goût de miel Frutas, maduras y de sabor de miel
Ma vie, Aïcha, si tu m’aimes Mi vida, si tú me amas Aïcha
J’irai où ton souffle nous mène Iré donde tu aliento nos lleve
Dans les pays d’ivoire et d’ébène A los países de marfil y ébano
J’effacerai tes larmes, tes peines Borraré tus lágrimas y tus penas,
Rien n’est trop beau pour une si belle Nada es demasiado bello para una belleza como ella
Aïcha, Aïcha, écoute-moi Aïcha, Aïcha Aïcha escúchame,
Aïcha, t’en va pas Aïcha, Aïcha Aïcha no te vayas
Aïcha, regarde-moi Aïcha, Aïcha Aïcha mírame
Aïcha, réponds-moi Aïcha Aïcha respóndeme
Je dirai les mots, les poèmes Te recitaré versos, poemas,
Je jouerai les musiques du ciel Te tocaría música celestial
Je prendrai les rayons du soleil Cogería los rayos de sol,
Pour éclairer tes yeux de rêve Para iluminar tus ojos de sueños.
Aïcha, Aïcha, écoute-moi Aïcha Aïcha escúchame,
Aïcha, Aïcha, t’en va pas Aïcha Aïcha no te vayas
Elle a dit : «Garde tes trésors Ella me dijo : “Guárdate tus tesoros,
Moi, je vaux mieux que tout ça Yo merezco algo mejor que todo eso,
Des barreaux sont des barreaux, mêmes en or Los barrotes son barrotes, aunque sean de oro
Je veux les mêmes droits que toi Quiero tener los mismos derechos que tú
Et du respect pour chaque jour Y que siempre me respetes
Moi, je ne veux que de l’amour» Amor, eso es lo único que quiero ”.
Nbrik Aïcha ou nmout allik Te quiero Aïcha, me muero por ti
 ‘Hhadi kisat hayaty oua habbi Eres la dueña de mi vida y de mi amor
 Inti omri oua inti hayati Tú eres el aire que respiro y mi vida
Tmanit niich maake ghir inti Espero vivir contigo y sólo contigo
Aïcha, Aïcha, écoute-moi Aïcha, Aïcha escúchame,
Aïcha, Aïcha, nbrik Aïcha, Aïcha, te quiero
Aïcha, Aïcha, t’en va pas Aïcha, Aïcha, Aïcha no desaparezcas, Aïcha
Aïcha, ou nmout allik Aïcha, Aïcha, me muero por ti
Aïcha, Aïcha, réponds-moi Aïcha, respóndeme
La la la la la la la la la la la La la la la la la la la la la la

Todas las fotografias estan enlazadas con su fuente original.

L.A. Confidential

-¿Vienes de un funeral?.- le dije a Peter con sorna cuando le vi acercarse todo vestido de negro.

-Casi. Vengo del juzgado.- y antes de que pudiera añadir nada me dijo.- Léete esta cartita mientras te traigo una pinta, que te veo muerta de sed.

Me alargó un papel doblado y se fue a la barra a pedir nuestras bebidas.

Desdoblé el papel con cuidado. “El Sr. Peter bla bla bla, testigo de una denuncia por violación bla bla bla”

Cuando volvió con las bebidas me faltó tiempo para preguntarle:

-¿De qué va todo esto?

– No te lo vas a creer.- me dijo, y empezó a contarme una historia surrealista, digna de Peter.- Todo empezó en enero del 2005, un martes 26. Aquel día habíamos trabajado hasta tarde con Jean-Luc, un tío francés muy cachondo con el que desarrollaba un proyecto digital. Serían las ocho de la tarde y después de 12 horas de trabajo, estaba pensando por fin en irme a casa cuando Jean-Luc se cruzó en banda. “no, no, no. ¡Qué mal os lo montáis los ingleses! ¿Qué es esto de irse a casa después de un día así?  Vamos a tomarnos un zumito de uva juntos”. Y me convenció.

Se me saltaba la risa ¡pobre Peter! ¡Gran sacrificio! Con una sonrisilla siguió contándome:

-El caso es que nos fuimos al Pim Pam, que era un pub que estaba entonces a la vuelta de la esquina de la oficina, y allí nos bebimos unas cuantas pintas. El tiempo se nos pasó en un suspiro y cuando nos dimos cuenta eran las 11 y cerraban el pub. Yo ya estaba animadísimo y ya no me apetecía nada irme a mi casa. Pero Jean-Luc era un hombre de recursos. “¿Por qué no nos vamos al L.A. Confidential?”

-¿Al L.A.Confidential?- Lo conocía bien. A pesar de no haber estado nunca allí, había pasado durante años por delante de aquel antro camino de la oficina y había visto a millones de chicas entrar a su trabajo, pelín ligeritas de ropa para las frías temperaturas inglesas, cuando yo salía del mío.

– Sí, al L.A. Confidential. Entiéndelo, era lo único que había abierto.- y se rio con mi cara de “no-me-cuentes-historias”.- Nos liamos un poquito aquella noche y cuando nos dimos cuenta eran las tres de la mañana.

-¿Las 3? ¿Un martes?

-Sí, las tres. El caso es que salimos a la calle y Jean-Luc se despidió deprisa cuando vio un taxi que pasaba justo por delante de nuestros ojos. Yo estaba… despistado, pero me dispuse a caminar hasta casa. Por entonces yo vivía al lado de la oficina y no estaba lejos. Apenas di dos pasos una mujer apareció desde la nada y se abalanzó sobre mí: “¿65?”, “¿Qué?”, “¿65?”. La mujer apuntaba a la parada del autobús y por lo que quise entender necesitaba de mi ayuda para saber si el autobús nocturno 65 paraba allí. ¡Pues estaba yo como para aclararme con los números y las letras, madre mía! Me acerqué despacio a la marquesina e intenté aparentar como que me estaba enterando de algo mientras la mujer me seguía hasta ponerse a mi lado. Tardé un poquito en darme cuenta de que estaba temblando. “¿Estás bien? Le pregunté” y se echó a llorar, cosa que me dejó bastante sorprendido.

-Deberías de estar ya acostumbrado al efecto que causas en las mujeres, Peter.- y le hice una mueca.

-Lista.- se rio.- a pesar de lo contento que iba, algo me decía que aquello nada tenía que ver conmigo. Efectivamente la mujer contuvo las lágrimas un segundo para decirme “me acaban de violar”.

-¿Qué?????

-Eso le dije yo pensando que había entendido mal. La mujer era extranjera y tenía un inglés bastante deficiente y además yo no estaba en el mejor de mis momentos para entender nada pero te juro que apenas me dijo eso me despejé. “Me han violado” me volvió a decir y entonces yo le bombardeé a preguntas “¿Quién? ¿Cuándo? ¿Dónde?” pero ella lloraba y lloraba y yo no sabía qué hacer. Como pude, intenté calmar a aquella mujer y la senté en el banco de la marquesina. “Dos hombres, me llevaron a Hounslow y uno de ellos me violó.”

– ¡Dios mío!.- yo no daba crédito a lo que me estaba contando.

-Como te puedes imaginar yo no era capaz de procesar todo lo que la mujer me contaba pero la creí inmediatamente. De repente le vi el golpe en la cara, el jersey del revés, estaba sin abrigo, el pelo revuelto, los ojos desencajados por el terror… Todo me había pasado desapercibido por mi estado de alegría transitoria y porque, para ser honestos, ¿Quién espera encontrarse un martes a las 3 de la mañana a nadie por la calle? pero más la observaba, más me parecía que los minutos corrían en nuestra contra y debería hacer algo por aquella mujer. De repente me entró la prisa de pasar a la acción. “Vamos a aquel bar” le dije ayudándola a levantarse de la marquesina para ir al L.A. confidencial, pero una vez en la puerta los porteros no me hicieron ni caso. Estaban cerrando el bar y me habían visto salir de allí de aquella manera así que ni se plantearon dejarnos pasar dentro por mucho que yo insistí. Entonces volvimos a la marquesina, llamé a la policía y les resumí lo que la mujer me había contado. “Justyna, polaca, 28 años, violada en Hounslow por un hombre también polaco que no conocía, ayudado por un cómplice, la mujer presentaba signos visibles de violencia y estaba en un estado de shock y ansiedad difícil de describir”.

-Parece todo una película…

-Eso pensé yo en aquel momento. Una película de terror. A los 3 minutos, no más, se presentaron dos coches de la policía. Buenas noticias pensarás tú, bien, pues de uno de los coches se bajaron varios agentes que se dirigieron a la mujer y la acompañaron al coche, del otro coche en cambio los agentes se dirigieron a mí para esposarme y meterme a la fuerza en el otro coche.

-¿Qué?????

-Como lo oyes, me dijeron simplemente “hemos recibido una llamada explicando que esta mujer ha sido violada y te llevamos a la comisaria como sospechoso del delito”. Yo solo acertaba a decir “!pero si he sido yo el que ha llamado!” y le gritaba a la mujer que les dijera que yo era quien le estaba ayudando, pero igualmente me llevaron al calabozo a tomarme declaración. Durante las 4 horas que me dejaron allí se me pasó por la cabeza qué pasaría con mi vida si a aquella mujer se le ocurriera decir que el culpable era yo. Pero afortunadamente no lo hizo. Contó la verdad con pelos y señales y a mí me dejaron libre.

-¿Y luego qué pasó?

– Salí de aquella comisaria, me fui a mi casa, me duché y me fui a trabajar a la oficina.

-Bobo, no digo contigo, digo con la mujer y todo el caso.

– ¡Ah! Eso. No tuve más noticias hasta hace dos semanas. Me llaman del juzgado para decirme que han encontrado a un sospechoso de la violación de Justyna y que tengo que ir a testificar al juicio… ¡10 años después! Yo no daba crédito, realmente no entendía qué podía aportar después de 10 años, ni siquiera me acordaba ya de los detalles de aquella noche, pero ¡ey! es la ley, pues a cumplir y me presenté hoy en el juzgado.

-¿Viste a la mujer?

– ¿A quién? ¿A Justyna? No. Lo terrible de todo es que el juicio no se celebraba por ella ni su caso. La mujer al parecer se volvió a Polonia a los dos días de que todo pasara y no la pudieron localizar más. Hace unos meses una mujer denunció por violación a este tipo que por fin pudieron detener y conectaron 3 denuncias de violaciones con el ADN del tiparraco en cuestión. Por eso se le acusaba de las 3 violaciones y por eso llamaron a declarar a todos los testigos de los 3 casos.

-¿Cómo fue?

-Horrible. Llegué al juzgado y me encontré con una mujer rubia y grande que lloraba sentada en un banco del juzgado acompañada por una amiga. “¿Justyna?” le pregunté. No podía acordarme con claridad de su cara y además habían pasado 10 años, pero no me parecía ella. Y efectivamente no lo era aunque también era polaca y bastante joven. Su amiga me explicó que no, que no era Justyna, que era Anja, y brevemente los detalles del caso, que eran muy parecidos a los de Justyna. ¿Sabes lo que pude ver en su cara? El mismo terror, la misma humillación.

– ¿Y el tipo estaba allí?

-Sí, el tío estaba tan tranquilo, sin inmutarse en absoluto. La verdad es que todo fue muy desagradable, incluidas las preguntas de la defensa por supuesto intentando desmontar mi versión de los hechos y los recuerdos que yo podía recordar. Te dan ganas de gritarle al abogado “Pero tío, ¿no ves que es un criminal? ¿no te das cuenta que ha arruinado la vida de estas chicas?” Claro, es su trabajo y además, entiendo que tengamos que partir de la base de que todo el mundo es inocente, aunque en su caso el ADN era una prueba bastante concluyente.

-¡Qué terrible!

-¿Sabes lo peor? Que pensé en cuantas chicas habrían sido víctimas de aquella bestia. ¡No me puedo creer que todas lo hayan denunciado! El tío escogía muy bien a sus presas, todas chicas polacas, solas en Londres y que seguramente se fiaban de él por ser un compatriota. Cuantas por vergüenza, por no hablar inglés o por no saber a quién recurrir habrían tomado el primer vuelo de vuelta a Polonia, sin denunciar a aquel delincuente, intentando olvidar lo antes posible aquel terrible suceso…

– Te digo por experiencia que cuando llegas solo a una ciudad es verdad que estableces una conexión especial con la gente de tu país, te fías de ellos, aunque hay de todo, como en todas partes. Seguramente tengas razón y ese bicharraco cuente con más de tres víctimas en su lista.

– Lo terrible es que cuando Justyna lo denunció, suponiendo que fuera la primera, no dieran con él. Que durante 10 años haya campado a sus anchas, violando y humillando a más chicas.  10 años dan para hacer mucho daño.

Los dos nos quedamos callados. Hoy el pub estaba más tranquilo que de costumbre y terminamos las pintas sin decirnos mucho más, sobrecogidos por la terrible historia y nuestros propios pensamientos.

Las historias de Peter parecen de ciencia ficción y a veces, me gustaría que lo fueran…

untitled